El fútbol, la sociedad y la Iglesia

Mi hijo de siete años juega de defensa en su equipo de fútbol (soccer). En una de las prácticas, el entrenador, le dijo al equipo: “Al que no vea jugando bien, lo pondré a jugar de defensa.” Pienso que su comentario refleja una visión de la vida que prevalece mucho en nuestra sociedad. A veces pensamos que todo en la vida se puede compartimentar. Esto quiere decir que pensamos que podemos dividir todo en categorías que se excluyen mutuamente.

En el caso del fútbol, el entrenador divide entre ofensa y defensa, y esto puede llevar a los jugadores a pensar que se gana o pierde por causa de los defensores o delanteros y no del equipo entero. En nuestra sociedad la idea de dividir y compartimentar es prevalente. Se nos pide que separemos nuestra vida pública de la privada, lo profesional de lo familiar, etcétera. Esto parece sugerir que la vida se vive en distintas esferas. La sociedad nos enseña que la religión es algo que debemos “hacer” en privado. Las cosas de Dios caben, según esta mentalidad, dentro de las paredes de nuestras casas, iglesias o templos. Además, hay ciertas circunstancias donde se nos pide que busquemos soluciones que no apelen a una ética o una moral basada en principios religiosos.

Debemos darnos cuenta que nuestra fe está basadas en una antropología íntegra. Esto significa que el ser humano, creado a imagen de Dios, tiene cuerpo y alma. En nosotros no hay dualidad. Más bien, la persona humana es una unión cuerpo-alma. Empero, tendemos a enfatizar la primacía de lo espiritual sobre lo corporal, lo del alma vale más que lo del cuerpo. Ni siquiera en nuestro entender teológico estamos inmunes a compartimentar. Hay quienes inclusive intentan separar la naturaleza de Cristo al concentrarse en su divinidad olvidándose de su humanidad.

Ciertamente que todo esto puede ser difícil de comprender para los niños, jóvenes e inclusive los adultos en nuestras clases de educación religiosa. Pienso que debemos buscar maneras concretas y creativas de contrarrestar esta tendencia a dividir la realidad, ya sea humana, eclesiástica o divina. En este sentido, hacer que nuestros alumnos practiquen las Obras Corporales de Misericordia sería una buena idea. El poner en práctica éstas obras puede ayudar a comprender que como seres humanos tenemos necesidades que nos afectan en alma y espíritu. De acuerdo al Catecismo de la Iglesia Católica, las Obras de Misericordia son acciones caritativas por las cuales ayudamos al prójimo en sus necesidades espirituales y corporales que emanan del mandato y ejemplo de Jesucristo quien era verdadero Dios y verdadero hombre. Siguiendo su ejemplo y mandato, nos damos cuenta que somos una familia humana que depende del amor de Dios y de la caridad de nuestro prójimo. He aquí el verdadero sentido de la Encarnación. Dios en unidad perfecta de divinidad y humanidad, une nuestra naturaleza humana a lo divino y nos transforma en comunidad que debe velar por las necesidades del otro.

La Iglesia, es una y todos los miembros somos el Cuerpo de Cristo donde no hay divisiones. Como comunidad cuidamos uno del otro, como Pueblo de Dios caminamos juntos, y como Iglesia celebramos los misterios de nuestra Salvación. Esto quiere decir que debemos de “jugar” en equipo, que debemos estar en comunicación constante unos con otros, que debemos compartir y comprender que todos perdemos cuando no ponemos de nuestra parte y que ganamos solamente cuando actuamos colectivamente en comunión con Dios y los demás. -----------------------------------------------------------------------------------------------------------

photo copyFrancisco Castillo, DMin, catequista desde la edad de los doce años, trabaja como editor en jefe y especialista multicultural para RCL Benziger Publishing. También se desempeña como profesor adjunto de estudios religiosos en el Broward College en Pembroke Pines, Florida.

Trabajó durante 13 años como educador católico de la Arquidiócesis de Miami en enseñanza secundaria y sirviendo como jefe del Departamento de Teología y Director de Pastoral Colegial. Es miembro de la Academia de Teólogos Católicos Hispanos de los Estados Unidos (ACHTUS por sus siglas en inglés), miembro del Instituto Nacional Hispano de Liturgia y del Festival Internacional de Cine Juan Pablo II. Sus intereses profesionales incluyen la Doctrina Social de la Iglesia, teología litúrgica, la teología y liturgia estética, teología de la liberación, la teología hispana/latina de los Estados Unidos, los estudios religiosos, religión comparativa, la religión y el cine, y la identidad cultural.

Algunas de sus publicaciones se pueden encontrar en Momentum, Ministry and Liturgy, y Amen. También es escritor y poeta, su libro de poesía titulado, Mis Primeros Poemas, fue publicado en 2013 por el Círculo de Escritores y Poetas Iberoamericanos (CEPI). Vive en el sur de la Florida con su esposa e hijo.